domingo, 14 de septiembre de 2008

CUENTO 2/6

DÍA DE PINTA

Todo por el aburrimiento, ¿qué hacen 4 amigas sentadas en una plaza sin hacer nada un jueves a las 6.00 p.m.? Vemos hacia el cielo como si estuviéramos esperando algo, y lo único que cae es una propuesta interesante: -¿Qué tal si nos vamos de pinta?- todas no reímos como si fuera un chiste de Polo Polo, llega el silencio acompañada de nuestra reacciones. -¿qué?- si, tenemos que hacerlo, esa es nuestra conclusión. De tanto planearlo creemos que algo va a salir mal, es mejor improvisar, actuar al momento. Yo soy la encargada de llevar el plan al pie de la letra, estaciono mi carro una cuadra atrás de la escuela y coloco un simpático letrero con caritas felices sobre la ventana que significa que todo va conforme al plan. Me agacho y es hora de esperar, Edna es la primera en llegar, nerviosa como siempre, la intento de calmar, quería renunciar y la pelea comienza, afortunadamente llegó Yulianna, ya éramos tres, las suficientes para continuar con lo planeado, todo seguirá adelante independientemente de que llegue Andrea o no. Ya son las 7.00 a.m. y decidimos arrancar, creo que Andrea se arrepintió o simplemente no fue a la escuela fingiendo una enfermedad, como es su costumbre, apenas estoy arrancando cuando la veo correr hacia nosotras por el espejo retrovisor. Por fin estamos las cuatro, los nervios nos hacen un hueco en el estómago, nadie nunca lo había logrado, pasamos frente a la escuela con sudaderas de colores que esconden nuestro escudo, burlamos a toda la seguridad típica de aquella institución, nos dirigimos hacía el centro comercial más cercano, o mas bien, el único de Tijuana en aquél entonces, tenemos hambre, pero todo está cerrado, y nuestro presupuesto es corto, así que terminamos comiendo en una tienda de autoservicio. Pasamos el resto del día por toda la ciudad, no sabíamos como era por la mañana, todo se veía diferente ¿qué podía pasar?
Lo peor… una llamada telefónica nos extrañó mucho, y más al ver que se trataba de otra de nuestra amigas que se encontraba en la escuela, nadie quiere contestar y sólo atino a apretar el botón verde, todas quedamos atónitas, pálidas, al escuchar las siguientes palabras… -ya las cacharon- Y este fue el resumen que escribí durante mi semana de castigo en la biblioteca, claro, después de ordenar algunos libros, sacudir las mesas, sacar copias y servirle el café al señor gordo de la computadora… pudo haber estado peor.

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